La verdad es que se podría enfocar desde diferentes puntos de vistas. Yo en particular que me declaro bastante abiertamente en contra de la Iglesia Católica, no me seria difícil hacer leña sobre el gasto que supone, la participación de gente que se declara creyente y pisan la Eucaristía de boda en boda. (recordar que para ser cristiano católico, el santificar las fiestas con la celebración de la Eucaristía, es imprescindible).
En vez de centrarme y extenderme en eso, me gustaría hablar sobre la fiesta de un modo mas amable e intentar verla de la manera que mi padre la ve.
Desde pequeño, cuando llegaba la semana santa, el ir y venir de túnicas, capirotes y medallas de la cofradía a la que pertenecía mi familia era constante. Como niño, con mi hermano, era una diversión el salir disfrazados con un capirote que te tapaba la cara y encima repartiendo caramelos.
Recuerdo a mi padre emocionado de que le acompañen sus hijos en ese día tan importante para el.
Una vez que uno se hace mayor y empieza a pensar por uno mismo, sin tanta influencia familiar, solo podía mirar la fiesta de una manera artística, disfrutar sus olores, el silencio que se sentía por las calles donde se intuía algún paso, las flores caídas de la Virgen pisadas por el movimiento de la gente nerviosa por llegar a la siguiente procesión, el resbalar de los coches haciendo sonar la cera de los nazarenos, etc..
Y como no mirar como una talla de madera se desliza sobre los hombros de los costaleros, al compás de unas cornetas y tambores que hacen que la estructura se mueva como si estuviera realizando un baile. A veces triste o alegre, según el día de la semana y el paso que sale a la calle.
Bueno, solo quería dar unas pequeñas pinceladas, de lo que para mi es la Semana Santa, hace muchos años que no experimento esas sensaciones, por lo cual decidí irme estas vacaciones a Málaga.
Se que cristiano no me voy a volver, pero espero disfrutar con todos los sentidos que pueda de esta Fiesta.
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